El desembre 1969 van aparèixer el Dioptria 1 de Pau Riba, el LP de Om de Toti Soler i el mític senzill Miniatura, de Sisa, Cachas, Pau Riba y A. Batiste.

El dia 11 d’abril de 1970, després d’una primera presentació del Dioptria 1 a Granollers i l’intent fallit de presentar el Dioptria al Palau de la Música Catalana, 4000 persones esperaven que Pau Riba presentés el disc al Gran Price de Barcelona en el concert ELECTRIC TOXIC E CLAXON SO, acompanyat pel grup OM i compartint escenari amb Joe Skladzien i Música Dispersa.
Però l’ELECTRIC TOXIC E CLAXON SO no va ser exactament la presentació del primer Dioptria que el públic esperava sinó que Riba va interpretar altres temes Alguns arxius sonors que hem pogut escoltar així ho demostren.
El febrer següent Claudi Montañà va publicar a la revista «Vibraciones» una entrevista on Pau Riba explicava aquell moment de canvis que hauria de culminar en el Dioptria 2. Reproduïm un fragment a continuació:
“el 13 de abril de 1970, se celebraba un extraño espectáculo de poco enigmático título: “Electric Toxic Claxon So”. Al conjuro del nombre de Pau Riba, cerca de cuatro mil personas nos congregamos en el boxístico coliseo. El disco “Dioptría 1” había causado sensación: por su presentación gráfica y pro su calidad musical resultaba un disco insólito en el contexto de nuestro panorama musical»… …»La noche del Price pudo ser la de la consagración ¿definitiva? para Pau Riba. Pero las cosas fallaron. ¿Qué falló? ¿Falló él? “En realidad el público tenía una idea falsa de mí y pretendía exigirme una música –la del disco “Dioptria 1”- que era el ensamblaje de varios otros músicos. Ya era hora de presentarme tal como era yo. Por lo demás, en cuanto a su preparación escénica, lo del Price no estuvo tan mal: la entrada, montado en su moto, de Joe Skladzien fue muy espectacular…” Sin embargo, en aquellos momentos, tenías todas las cartas en tu poder, Pau Riba. Y tiraste la toalla. Y te fuiste a Formentera, dejándolo todo. “Efectivamente, tenía todas las cartas en mi poder y esa última jugada no fue realmente buena, aunque tampoco tan mala: iba ganando. Pero me retiré, sí. Y lo hice porque descubrí que la baraja estaba incompleta. En aquel momento, el juego perdió para mí todo el interés que había tenido hasta entonces. No sabía exactamente cuáles eran las cartas que faltaban ni por qué se jugaba sin ellas; me retiré a investigarlo. Y no andaba mal encaminado: al juego español le faltan 30 cartas: los cuatro dieces, las cuatro reinas y los 22 arcanos. Todas ellas son cartas significativas e importantes; e igualmente significativa e importante es su ausencia. Lo terrible y lo fastidioso del caso es que esa diferencia era un hecho real; no bastaba sólo con reconocerlo. Para competir con la música internacional era necesario aprender a jugar con la baraja entera. Para satisfacer esta ambición no había otra salida que el retiro temporal. He estado aprendiendo a manejar las treinta cartas restantes. En “Dioptria 2” jugué los dieces. En “Jo, la donya i el gripau” jugué las reinas. En el disco que estoy preparando voy a jugar los cinco primeros arcanos. Empiezo a sentirme con ánimos de competir en el juego internacional. Y, además, con la necesidad de hacerlo. Porque, de otra forma, mi espíritu idiosincrático se resiente ante la ignominiosa invasión avasalladora e imperialista que llevan a cabo los canallas anglosajones en cuanto nos ven sin fuerza para impedírsela. Y es únicamente contra estos bárbaros que siento tal necesidad. Los indios, los chinos, los japoneses, los rusos, africanos, mediterráneos, etc., todos ellos tienen sus músicas maravillosas que se quedan flotando en el aire y pueden llegar libremente hasta nuestros oídos. Pero los bárbaros pretenden estar en posesión de “la” música. Y la utilizan como combustible de su terrible máquina capital con la cual intentan enloquecernos, embaucarnos, esclavizarnos, exprimirnos y comerse lo que queda de nosotros en salsa “perrins”. Para librar esta batalla hay que utilizar sus mismas armas, sin olvidar nunca las propias que, en tiempo de paz, han sido enterradas en lo profundo de nuestra tierra. Táctica, estrategia, truco, sorpresa, guerrilla, desconcierto, éstas son armas adecuadas para combatir a un enemigo superior en número, en fuerza y en barbarie. Y, sobre todo, la sutileza. Es de capital importancia saber utilizar las cartas y hacer magia con ellas”. Las calles están llenas de ventanas abiertas de par en par. Dentro, miles de personas atentas al menor ruido. Dentro, miles de semblantes preocupados esperan que pase algo. Pero, ¿qué? Jean-Luc Godard decía que hay que crear dos, tres, mil vietnams… en cine. ¿También en música? Pau Riba, ¿será tu nuevo disco la respuesta a unos años de silencioso trabajo? Como en 1970, las ventanas abiertas de par en par…”
El concert de Música Dispersa va ser d’aquells que passen a la història. Deixem que sigui el cronista Claudi Montañà qui ens ho expliqui:
«La “noche triste” de Pau Riba en el Price tuvo un protagonista indiscutible: Música Dispersa. El nombre del grupo era ya de por sí una declaración de principios. Su intervención en la primera parte del “Electric Toxic Claxon So” les dio a conocer en olor a multitud y dos meses más tarde sacaban su primer y único LP al mercado. José Manuel Brabo “Cachas” (procedente de Madrid y antiguo componente de la “Canción del Pueblo”), Jaume Sisa (procedente del Grup de Folk y compañero de Enric Herrera y Jordi Batiste en la época pre-Máquina!), Albert Batiste (antiguo miembro de Els Tres Tambors, uno de los grupos más dinámicos emergidos a raíz del esplendor de la “Nova Cançó Catalana”) y “Selene” (ojos grandes y pelo largo, que procedía de un coro). El grupo duró muy poco, haciendo honor a su nombre. “Eran una mezcla de elementos pop, canción, texto, dylanismo, música medieval, canción popular, música hippie, y una intención de abandonar toda técnica que no respondiera a la pura ligazón directa entre el sentimiento o la idea y la mano o el cuerpo en contacto con el instrumento, casi con la idea de que era el propio instrumento el que hacía la música”.
L’anècdota de la nit, Joe Skladzien aparcant la moto al peu de l’escenari.
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