Entro en lwsn.net con alegría, con curiosidad, pero algo me perturba la vista ¿Dónde están las mujeres?

Nos permitimos hablar de cualquier tema de los llamados, entre comillas, contraculturales; pero sigue habiendo una cuestión latente, aquí o en cualquier otro foro ¿Dónde estamos las mujeres?

En 1975 ya me hacia la misma pregunta, intenté contactar con la asociación anarquista Mujeres Libres, no pude, ni siquiera se si realmente existía o sólo era un sueño guardado en la memoria. En vista del éxito, me afilie al Sindicato del Transporte de la CNT (en aquel entonces, trabajaba en RENFE), era la única mujer militando en sus filas. Al año siguiente pasé al Sindicato del Espectáculo (junto con Albert Subirats, componente de Perucho’s y mi pareja en aquellos años), seguí siendo la única representante femenina, hasta 1977, en vísperas de las Jornadas Libertarias, cuando acudieron en tropel la gente del teatro (sector en el que siempre ha habido paridad, desde que los hombres dejaron de representar los papeles femeninos). En las diferentes tertulias literarias, de música, cine o de lo que fuese, escaseábamos, parece que nuestra presencia se limitaba a ser la pareja de…; lo cierto es que nuestras voces se oyeron y se siguen oyendo poco.

Es triste ver que después de 30 años las cosas no hayan cambiado casi nada. Creemos que hemos entendido y aceptado el termino misoginia, y que por ese simple hecho, puramente mental, dejamos de practicarla. Nada mas lejos de la realidad; la misoginia sigue impregnando todas nuestras vidas, ya no solo en el plano social, sino en el individual, afectando íntimamente a cada uno de nosotros y no haciendo más que invalidarnos.

Sigue existiendo esa mezcla de temor y respeto (o veneración) hacia la mujer, que desemboca, inevitablemente, en el menosprecio o la sobre valoración, pudiendo convivir ambas actitudes juntas o por separado, igual me da, de todos modos malas consejeras para las relaciones (ambos sexos lo perpetuamos).

Nos guste o no, la mujer sigue soportando la presión de los diferentes roles que se le han asignado durante mucho tiempo. Las que parece que han conseguido “liberarse”, asumen modelos puramente masculinos, juegan al juego del poder, aún así “¡chapeau!”; porque las dificultades que encuentran en el camino son muy superiores a las del hombre.

Se oyen voces en busca de vías alternativas; pero su peso en el panorama global es ínfimo; y además queda restringido a las mujeres y a un número reducido de hombres. También es cierto, que el público mayoritario en cualquier evento cultural, artístico o social es femenino, pero nuestro punto de vista, nuestra opinión, nuestra acción, sigue faltando. Mantenemos ese pudor a mostrar abiertamente el rico universo femenino.

Terminaré citando un texto budista sobre un hecho acontecido en el siglo VIII, que considero de gran vigencia.

Yeshe Tsogyal se queja ante Guru Rimpoche Padmasambhava:

“Soy una mujer tímida y escasa de habilidad; de condición inferior, el blanco de todo el mundo. Si salgo a pedir, me echan los perros; si se cruza en mi camino comida y riquezas, soy la presa de los ladrones; puesto que soy hermosa, soy carnada de cualquier vagabundo lascivo; si estoy ocupada con muchos quehaceres, los campesinos me acusan; si no hago lo que creen que debo hacer, se me critica; si cometo algún error, todos me detestan. Tengo que preocuparme de cuanto hago. ¡Eso es ser mujer! ¿Cómo podría una mujer alcanzar realizaciones en el dharma? Ya es suficientemente difícil tratar de sobrevivir”.

Diréis, ¿qué relación tiene la cita con el artículo? Pues bien, creo que tanto en el siglo VIII, como en los 70, en la actualidad o cualquier otra época; las mujeres que deciden vivir al margen de lo “socialmente correcto”, es decir, sin hombre (o no condicionándose a él, en caso de tenerlo); sin aspirar a fama, poder, riqueza o estatus; aceptando y ejecutando su sexualidad libremente y asumiéndose como “creadoras” no solo como procreadoras; se encuentran con la misma incomprensión y las mismas dificultades.

Agradezco a lwsn.net su existencia, pues ha despertado mi afán de escribir.

Marta Almenara
Noviembre 2007