(Fragmento de la novela “Pita Vida” – Josep M. Romero)

Capitulo 5 / Enriqueta y Vicente, los abuelos de la CNT.

“Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son”.

Se cuenta que Rafael de León compuso más de cinco mil canciones y murió en el olvido. “Ojos Verdes” es una de las más ilustrativas de la generación que perdió la guerra civil española y se vio abocada a todo tipo de calamidades. Enriqueta y Vicente son conocidos como los abuelos del barrio del Raval; pues llevan viviendo prácticamente toda la vida en el, desde que se conocieron muy jóvenes; pasaron las vicisitudes de la guerra civil con los bombardeos indiscriminados y el temor a las penurias de la posguerra con el estraperlo y las cartillas de racionamiento, hasta hoy en que ir a votar se ha convertido en algo tan usual como aburrido. La octogenaria pareja llama la atención cuando pasea por la Rambla del Raval cogida de la mano. El hecho de no tener hijos no les ha encerrado en si mismos, sino al contrario les ha proporcionado una intensa vida social; visitas a los amigos y al viejo ateneo libertario del barrio. Enriqueta Calabuig y Vicente Herrero pertenecen a la vieja guardia rojinegra de Barcelona. Su vida ha sido una entrega casi total a la CNT con todas sus glorias, sombras y renuncias que han sido muchas y dolorosas, como la constante perdida de camaradas no tan solo durante la guerra sino a lo largo de su vida. Viven en un austera vivienda en el que entra el sol a partir de las once de la mañana, donde los recuerdos se agolpan en amarillentas fotografías ;una gran colección de libros y una caja de negros discos de piedra que algún día sonaron a través de la trompetilla del viejo gramófono que aun se conserva altivo en el comedor. Josephine Baker, La Mistinguette, Marlene Dietrich, Juanita Reina, muchos viejos discos de 75 r.p.m. se amontonan en la soleada estancia sin una mota de polvo como si fueran a sonar en cualquier momento. Viven en una de las pocas plantas bajas que quedan en el barrio, a pie de calle, lo que a su edad facilita muchas cosas. Hace años Enriqueta había tenido una zapatería en un local contiguo, hasta que se cansó de probar zapatos a las señoras. – los hombres no se preocupan demasiado de sus zapatos, pueden estar comprando siempre el mismo modelo, pero las mujeres son mas coquetas, compran unos después de haberse probado 15 pares! – Enriqueta recuerda tener casi siempre el suelo de la tienda lleno de cajas y papeles. Se deshizo de la zapatería cuando en los noventas la ciudad se llenó de cadenas franquiciadas y eso la liberó definitivamente. Vicente fue peluquero de hombres durante casi toda su vida – peluquero de hombres, no barbero – añade. Estuvo muchos años cortando el pelo en las mejores peluquerías del ensanche barcelonés, y los sábados realizaba trabajos a domicilio a unos cuantos hombres adinerados que reclamaban sus servicios.

Hoy van al viejo Ateneo libertario para asistir a una conferencia titulada “Cual es el lugar de la CNT en el siglo XXI?” que contará con la presencia de algunos de los componentes de la “Quinta del biberón” que aún sobreviven. Para Enriqueta y Vicente el tobogán de la vida, esa rampa de bajada que algunos se atreven a situar en la tercera edad, sencillamente no existe ya que para ellos se trata mas de una actitud que una estadística. Otra cosa es la adaptación a los nuevos estilos de vida; la pareja no tiene ni quiere tener tarjetas de crédito o teléfonos móviles; y no saben mas de informática que los ordenadores son armatostes eléctricos.

La tarde empieza a echar su manto lumínico cruzado a eso de las siete, acercándose a la llamada “hora bruja” el momento preferido por los directores de cine para rodar. Tras las cristaleras del Pita Life vemos a Vicente conversando con Nathoo – El diario dice que el gobierno va a subir las pensiones – dice Vicente delante de un cortado humeante. – el gobierno siempre tiene razón – afirma Nathoo– en mi país no existen las pensiones como aquí, se utilizan otras cosas para tener, se dice obtener votos?. – Bien dicho, obtener es la palabra adecuada – replica Vicente. Como le podría explicar a Nathoo que obtener los votos a veces no es garantía de nada, pensando en las tres republicas españolas, – dime Nathoo, de que otra forma se pueden obtener los votos en tu país? inquiere Vicente –Oh, es tema de religión y de tradición – Por un momento Vicente ha pensado que ellos también lucharon por religión, pero se percata que la palabra “religión” puede tener sentidos muy diferentes hoy en día; es algo que ha aprendido en el barrio, donde convive una verdadera “multiétnia” a diario. Esa ráfaga de comprensión instantánea le ha encendido la luz para todo el día. A partir de ahora, la visión de los turbantes y chilabas será menos hostil. Pero de que manera se pueden convivir juntas religión y política? Para él esa fusión es algo difícil de entender; es como intentar mezclar agua con aceite; los dos líquidos pueden estar en un mismo recipiente pero separados, nunca fusionados. En estas cabalas estaba cuando de repente exclama – son las ocho menos cinco! De golpe recuerda que ha de recoger a Enriqueta para ir a la conferencia del Ateneo; coge su sombrero de paja y sale pitando.

El Ateneo libertario está a rebosar. La gente se agolpa en la calle esperando que comience el acto que ya lleva un retraso enorme. El viejo ateneo es como todos los locales de la CNT un ejemplo mas de abandono; es evidente que no hay recursos económicos para este pequeño local que se mantiene a base de la voluntad y las cuotas de los socios. Los viejos y jóvenes anarquistas componen un curioso mosaico de convivencia digno de ser estudiado; cabellos blancos, bastones y experiencia junto a camisetas ajustadas, minifaldas, pantalones caídos, tangas y porros. La mesa está compuesta por conferenciantes que representan a diversas generaciones del movimiento anarquista; el mas viejo es Wenceslao Parés; ha escrito cinco libros sobre le movimiento libertario y la conferencia que está dando hoy se basa en los hechos ocurridos en la llamada transición política española durante la década de los setentas – se pactó por parte de Henry Kissinger, la monarquía y los socialistas, excluyendo al franquismo, como seria la transición en España – afirma Parés – después la historia ya la conocéis, ha sido fiel al guión establecido ¡ – Vicente y Enriqueta han encontrado sillas a pesar de que la sala se encuentra abarrotada. Entre los asistentes se encuentran supervivientes del movimiento anarquista que formulan preguntas y quejas a la nula reacción de la CNT a estos y otros hechos, lo cual deriva en un enfrentamiento entre el publico. Alguien comenta – la izquierda siempre ha sido así, asamblearia y con división de opiniones! – y remacha – este es el eterno problema de la izquierda en España, no haber sabido cerrar filas ante el fascismo! – la frase levanta aplausos entre los asistentes. Fuera en la calle, los jóvenes fuman algunos porros sentados en los coches aparcados.

Al concluir el acto, los asistentes se percatan de que una noche azulada ha caído sobre el barrio de forma veloz que ni se han dado cuenta. Tan rápidamente ha oscurecido que todavía no se han encendido las mortecinas farolas públicas; los comercios iluminan las calles con sus neones mientras los últimos asistentes abandonan el ateneo libertario con un estruendo de risas y voces. Enriqueta y Vicente marchan mezclados entre la gente. Mientras se diluye el ruido, la medianoche ha impuesto el silencio, tan solo roto por los gatos que saltan entre los contenedores en busca de alguna cosa comestible que llevarse a la boca. Se escucha la voz de alguien hablando en tono desasosegado; Nathoo está sentado en la entrada del local pegado al teléfono móvil mientras mantiene una agitada conversación en lenguaje urdu. Su tono convulsivo revela que está reprobando a su interlocutor de manera severa; no está de acuerdo en absoluto con lo que escucha; de ahí sus airadas replicas en urdu que rebotan por el barrio. La conversación finaliza justo con el estruendo a modo de colofón de una moto que ruge en esos momentos calle arriba. Mientras Nathoo sube por las escaleras contiguas hacia el dormitorio situado en el primer piso minutos mas tarde, en la trastienda se escucha un discreto pero constante jadeo. La silueta de Bundu se recorta en la oscuridad junto a una figura femenina, no hay dialogo entre la pareja, tan solo acción. Los dos cuerpos desnudos están encajados entre si como en un puzzle, uno encima del otro empapados en el sudor de una batalla amorosa. Son las cuatro de la mañana cuando la pareja va casi a tientas recogiendo sus ropas esparcidas por la trastienda y regalándose sus últimos besos antes de desaparecer como dos siluetas furtivas. La madrugada se va fundiendo en sus sueños tan solo rotos por el rugir del camión cuba que riega las resecas callejuelas.

“Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son”

El mundo del siglo XXI se muestra indiferente a la lucha de clases que aparece en los manuales de la tradicional izquierda. Enriqueta y Vicente vivieron una época en que se derrumbaron muros y se experimentaron nuevas formulas sociales, pero hace tiempo que se dieron cuenta que eso ya es historia. Hoy esas formulas se han transformado en símbolos, en meros iconos que luchan por sobrevivir en una nueva etapa dominada por el consumismo y el culto a los datos, en la que parece no tener demasiado sentido valores como la solidaridad entre las personas; ellos han sido arrinconados como muchos por una sociedad que desecha todo lo viejo de manera irremediable.

A la mañana siguiente una noticia corre como la pólvora por el barrio; ha sido hallado el acceso a un refugio subterráneo de la guerra civil! Enriqueta recuerda todavía los bombardeos de la aviación italiana sobre Barcelona; aquellos fueron los primeros sobre la población civil en la historia de la aviación. Después vinieron los de Londres, Coventry, Liverpool, Dresde y Tokio. Algunos vecinos han bajado las polvorientas escaleras que llevan al refugio donde se palpa la humedad; las bombillas instaladas muestran el espacio intacto donde se agolparon centenares de personas huyendo de la destrucción sistemática programada por las fuerzas fascistas del general Franco. Ha pasado una semana desde el acto en el ateneo libertario donde se hablaba de las oportunidades perdidas por las izquierdas en la llamada transición política, cuando paradojas del destino, es hallado uno de los últimos testimonios de la cruel guerra que truncó las vidas de muchos y minó la moral de la población – algunos bajaban con ropas muy elegantes y repeinados, otros con pijama y zapatillas – afirma Enriqueta. La sombra de la intolerancia vuelve a planear sobre las personas que vivieron aquellos días trágicos. Las crónicas cuentan que “las bombas sobre Barcelona desconcertaron doblemente a los ciudadanos, apenas acostumbrados a la presencia de aviones, y que descubrieron con horror que iban cargados de explosivos. No había precedentes de cómo organizar la defensa de una ciudad bombardeada. La ciudad se convirtió en un campo de pruebas para la aviación italiana, que la bombardeó intensamente siguiendo una perversa estrategia: el debilitamiento psicológico de la retaguardia es tan importante como la lucha a primera línea de fuego. «Barcelona no es sólo un capítulo del horror es un capítulo de transición» hacia las tragedias de Nagasaki e Hiroshima. La República y los propios barceloneses lucharon por mantener la vida cultural de la ciudad. El teatro del Liceo y el resto de escenarios seguían levantando el telón noche tras noche, convirtiéndose en refugio musical y artístico de la población. Barcelona continuaba empeñada en celebrar premios literarios o el centenario del pintor Fortuny. Todo para no sucumbir a la estrategia de desfallecimiento psicológico del enemigo, aunque era difícil.

Mercè Rodoreda recordaba en una carta y desde la tranquilidad de su exilio en París «el horror» de la época en la que «llovían bombas» El año 1938 fue especialmente cruento: en el primer día el casco antiguo amanecía con un bombardeo que se cobraba 60 muertos y la última noche otros 50 civiles perdieron la vida cuando la Aviazione Legionaria atacó el centro. Sin embargo, las tropas nacionales seguían negando bombardeos indiscriminados contra la población civil y el general Franco sostenía que sólo seleccionaban objetivos militares”.

En la superficie la vida sigue con su habitual lentitud; parece como si se hubiera ralentizado el ir y venir de las personas. La luz del mediodía cae vertical iluminando por completo las estrechas calles en el único momento del día en que el sol elimina todas las sombras de las callejuelas. Las campanas anuncian la hora del Ángelus en la se imparte la bendición general para todo el mundo, aunque en el barrio casi nadie comprenda el significado de ese toque que queda ahogado por el ruido del barrio. Aquella tarde una ambulancia penetraba por las estrechas calles con su centellantes luces anaranjadas que rebotaban por las fachadas. El vehiculo se detuvo justo en el portal y descendieron sus dos ocupantes que escudriñaban el lugar donde había que hacer el servicio; subieron por la angosta escalera hasta el replano iluminado por la escasa bombilla de 60 vatios. Cuando Vicente era bajado ningún vecino se percató de ello. Nadie advirtió de su apresurada marcha debida a los dolores de un presunto infarto que el por seguridad iba a chequear en el servicio de urgencia de algún hospital publico le debían realizar. En el interior de la ambulancia, estirado en una camilla ojeaba a través de las ranuras del serigrafiado de los cristales una perspectiva horizontal de los balcones de su calle con ropas multicolores tendidas que provocaban un destello lumínico allí donde dónde llegaban los rayos del sol. Notó el cambio de barrio en seguida pues ya no veía balcones llenos de ropa ni se escuchaban voces cercanas; otros sonidos se hicieron presentes, aparecieron edificios más altos todos iguales, semáforos erguidos acompañados de una incesante incursión de vías rápidas que le eran absolutamente desconocidas. Mientras se sucedían estos cambios, su cuerpo se inundó de una extraña sensación de bienestar que jamás había experimentado; notaba que todo su organismo hervía de felicidad al tiempo que la angustia iba desapareciendo. Se trataba de un viaje al paraíso? O tal vez de su ultimo viaje? Le habían suministrado drogas, o tal vez se estaría muriendo? Su consciencia le estaba dictando un total desapego por la situación y le abría una visión nueva sobre el, su vida y algo mas allá; sus ojos claros abiertos de par en par como los de un niño gozando de los juegos preferidos de su infancia.

“Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón”.

Vicente estas ahí? …

  • (Rafael de León – Ojos Verdes)